Ciclos

¿Quiénes somos? ¿A dónde queremos ir? ¿Con quiénes queremos estar? ¿Por qué vivimos? ¿Qué sentido tiene el entregar todo y no recibir nada?

Me resulta irónico que viajar solo sea más agradable que estar con algunas personas. Escribo esto mientras observo el reloj y veo cómo se escapa el tiempo, pero me siento a gusto al malgastarlo en mí. Qué mal sabor tiene el decepcionarse no sólo de cualquier persona, sino de ti mismo: por no haber puesto un freno cuando se presentó la oportunidad; por seguir siendo un iluso; por mirar hacia arriba y olvidarte de tu cuerpo que se queda en el fondo; por querer que todo suceda lo más pronto posible.

Cada persona es un mundo, y en el mío se libran muchas batallas. Vivo buscando salidas de emergencia. Es normal que quien llegue a conocerme de harte de mí. Me jode escribir con su nombre en la memoria. No sé qué esperan de alguien con tantos problemas. Querer estar bien al final resulta demasiado mal. Estoy tan delgado que nadie me hace caso, o quizá sea porque todo lo que toco lo rompo.

Sólo logro dibujarme una sonrisa que a la larga hace que me arda el rostro. Y no sé en qué acabará todo esto: días amargos, malas caras a casi cualquier persona, vicios para sentirme mejor, dormir tarde y despertar unas horas después, fallos que no me permiten creer en mí mismo. Aunque supongo que lo merezco por no ser tan listo. Sabía que recibiría el golpe, pero no que sería en la cara.

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