Somos o seremos

Vamos muy rápido, ¿no crees? Dijo él mientras la miraba con mucha curiosidad.
  
No lo veo de esa manera. Me siento muy bien contigo —Constestó ella mientras sintía un nudo en la garganta.

Y todo se fue poniendo difícil para ambos. No porque no quisieran estar juntos, sino porque ninguno de los dos quería alejarse del otro.

La verdad es que así funciona: cuando sientes que lo tienes todo en tus manos, temes que se te escape. Cuando quieres algo, luchas por conseguirlo, aunque en el camino sientas que es mejor abandonar. Cuando alguien no sale de tu cabeza, le miras desde lejos con algo de timidez, y vas haciendo planes -aunque tontos- para acercarte. Y cuando logras tu cometido, a veces, no es tan grato como esperabas.

Quizá sea por la rutina o porque llegamos a sentir que no somos capaces de entregar lo mismo que la otra persona, pero silenciosamente y sin darnos cuenta, la magia muere. Y comienza un vaivén de emociones. Aunque no queremos rendirnos. Queremos intentarlo hasta que reviente. Pero nada: todo se esfuma. 

Otras veces, quizá por suerte o porque así debía pasar, los lazos logran reforzarse y ambos logran estar en paz con ellos mismos. Los días son buenos y valen la pena. O son malos, pero de alguna manera se logran sobrellevar. 

"Dos cafés, por favor". Es una buena frase. Al igual que: "Me harté de tanto". Pero cada quien en su laberinto. A veces hay que hacer que los polos choquen para así darnos cuenta si somos o seremos. 

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