Como en un sube y baja

Con 19 años la vida es una montaña rusa un poco extraña. Si te resistes a ella: caes sin remedio. Pero si le sigues la corriente: te aseguras un camino un tanto inestable. Entonces, ¿por qué luchar ante algo que a la larga nos hará daño? Tal vez nos gusta aguantar. O quizás es lo único que nos queda. De cualquier manera, estamos propensos a resbalar, incluso cuando creemos tenerlo todo asegurado. Y así nos va la vida: intentar, intentar, intentar.

A veces somos ganadores,
y no por haber ganado algo,
sino porque aún estamos respirando.

La edad te enseña incluso lo que no quieres aprender. Antes de los 10 años no sabías nada del mundo, nada más que algún llamado de atención de tus padres o alguna que otra cicatriz en las rodillas. Llorabas, pero no sabías porqué. Eras feliz y tampoco sabías la razón. Básicamente crecimos ignorando el significado de la vida.

Luego de haber pasado los 10 años nos metieron en la cabeza, poco a poco, que hay que luchar por lo que se quiere. Pero no nos dijeron cómo hacerlo. Simplemente nos dejaron ir cual pez en el agua y aprendimos a nadar por nuestra cuenta. Y si nos paramos a pensar, en realidad no sabemos nada que el mundo no sepa. Hemos seguido una línea anteriormente dibujada. ¿Por qué? Bueno, porque así debe ser la vida, ¿no?

Me parece ilógico no querer ser parte de un cambio.

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