Marcas desalineadas

El tiempo te ha enseñado muchas cosas, quizá demasiadas. Te ha demostrado que la distancia es una soga al cuello, que no todas las personas son malas —solamente no están totalmente destrozadas—, que el camino es más divertido de recorrer cuando alguien está a tu lado, que las religiones son una mierda, que es mejor robar besos que alegría, que tu pareja es más bonita que esta ciudad, que si una canción duele, difícilmente dejará de doler, que a veces sentirse solo es como recibir muchos abrazos, que no hay nada más complicado que estar en desacuerdo con uno mismo. 

La vida es un cuaderno es blanco, pero en las hojas no hay líneas sobre las cuales escribir de manera ordenada; en vez de eso, hay mucho espacio para que podamos equivocarnos. 

Para mí la felicidad es encontrarse con familiares, con amigos y personas a las que quieres, y beber cervezas o acabarnos una botella de ron hasta que las risas salgan por sí solas sin alguien haya dicho una palabra. Lo anterior puede parecer algo muy bajo, que sí lo es, pero eso me hace feliz. 

En mi pecho no hay más que cariño por entregar, pero no es para cualquiera. 

Quien piense en tocar el cielo,
por lo menos,
debería coleccionar marcas en sus rodillas hasta aprender a volar.

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