Mañana será otro día

He tomado malas decisiones a lo largo de este extraño camino.
He hecho daño a personas que no me importaban
y también a otras que no quería alejar de mi lado.
Jugué y perdí,
gané y me sentí patético por preferir la competición
antes que abrazar.
He sentido que descanso en tumbas de rutina,
que navego en dudas de algodón,
que nunca me fui y que miro su sonrisa cada día.
No he hecho amigos estos último tres años,
pues,
no sentí necesidad de hacerlos.
Sé que muchas personas me miran
y sienten curiosidad por mi cara malgastada,
pero qué bueno que existe la indiferencia.

Quiero un cambio en mi vida,
no parar de reír,
sentirme libre,
dejar de sentirme un completo idiota.
Estoy consciente de que toco las vidas de las personas
y dejo huella,
para bien o para mal.
Mi sistema solar es muy relativo,
muy inquieto.
No soy nada sorprendente: sólo soy joven.

El tiempo pasa y todo sigue inmóvil.

Las personas tienen sexo para sentirse queridas,
miran fijamente a los ojos para saber si están siendo engañadas,
imaginan tiempos mejores en medio de crisis,
dan besos de buenos días
y se despiden con la intriga de saber si volverán a verse,
mienten para encajar en sitios donde nadie los habría invitado,
rezan y se aferran a fuerzas superiores para sentir que
no están solos.

Claramente soy un ser ilógico.
Quien me haga caso que se abstenga de buscar cariño.
Soy demasiado pesimista y realista,
pero aún así tengo miedos desorbitados.
Cuido a las personas que están conmigo e intento
demostrarles cuán importantes son para mí,
que el tiempo me hace apreciarlos cada vez más.

Doy consejos que jamás aplicaría en mi vida,
no por ser un cobarde y no buscar soluciones a los problemas,
sino por preferir sentirme a gusto dentro de ellos.
Pero soy feliz después de todo.
La felicidad,
al menos para mí,
es poder disfrutar de la compañía
de esas bonitas personas que el destino me ha obsequiado.
Mañana será otro día,
como siempre,
y por ello hay que hacer que valga la pena.

Comentarios

Entradas populares