Cobardes
al golpearnos con palabras,
por vivir sólo en las mentes
de las personas,
por querer más a los demás
y menos a nosotros mismos.
Somos balas perdidas,
y nuestro destino,
aunque muy cercano,
no es éste.
Somos instantes,
pero hemos llegado tarde...
o quizá demasiado pronto
y la alarma nos ha arruinado el viaje.
Nos acobardamos.
O quizá soy yo quien lo hace,
y sí,
aún no aprendo a callar
mi silencio.
Comentarios
Publicar un comentario