Llevo el infierno en el pecho


Soy un bastardo que quiere salvar vidas cuando la suya está hecha pedazos. No me digas que no sé qué es sentir dolor, pues llevo años discutiendo con mis demonios. Ellos saben que los quiero y los odio al mismo tiempo, pero también saben que no podría vivir sin sus consejos (ironía). 

Mi alma va borracha por la vida, a veces sin ganas de vivir, a veces disfrutando de estar triste y a veces sonriendo para no incomodar a las demás personas. Mis pensamientos harían daño a quien se atreviera a escucharme. A pesar de todo, no hago ruido y no molesto a nadie. 

Ayer ya es tarde, y nunca me gustó vivir del pasado —aunque me haya golpeado muchas veces—. Soy buena compañía y doy garantía de abrazos en caso de no haber hecho reír a alguien. Llevo muchas noches contando los segundos hasta quedarme dormido. Últimamente he estado muy triste (costumbre) y he conocido otros universos. Estoy tranquilo —con el infierno en el pecho— porque todo pasará y será un recuerdo. 

Ella estaba perdida y se tropezó conmigo (un chico torpe e inoportuno), pero lo que no sabía era que yo llevaba varios años tratando de encontrarme. La invité a sonreír, a conocer otro planeta, a quererse a sí misma antes que a los demás, a forjar un escudo para protegerse de bestias —como yo— y a bailar canciones de veinte minutos —aunque yo no supiese bailar—.

A veces pienso que he nacido en el tiempo equivocado. Sentirse mal es agotador, pero cuando le coges el gusto, aprendes a sacarle provecho a los momentos estando a solas y a esos ratos donde pensar es la única salida. La vida es demasiado corta y he pasado la mitad saltando de canción en canción, de libro en libro, de poema en poema: todo para calmar mi ansiedad. 

Edifico monumentos a mi alrededor que rompo en un instante. Soy como un tornado destruyendo todo a mi paso (consecuencias de existir). Me escribo salvavidas y salvo a todos, menos a mí. Soy demasiado joven como para no pensar en la muerte y, de hecho, en alguna ocasión habré hablado con ella mientras dormía. 

Así va todo: el tiempo ofrece oportunidades que la vida intenta venderte, pero cuando es la muerte quien te asesora, ignoras cualquier oferta barata que pueda engañarte por siempre. Cuando cuentas contigo mismo, puedes ser valiente y hacerte más fuerte. Los abrazos son muy necesarios en tiempos difíciles. Tan sólo espero encontrar el bienestar antes de que todo desaparezca de repente.

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