Ni el silencio me alejaría de tu piel


La calma reposa en tu pecho
que muchas veces me ha salvado.
De ti quiero ese dulce fuego
que muchos volcanes han deseado. 

Ahora entiendo a la luna,
tan brillante como celosa,
pues, aunque no lo admita,
te mira y sabe que eres preciosa.

Estuve ciego por mucho tiempo
hasta que un día te encontré,
y ahora que tus ojos son mi templo
ni el silencio me alejaría de tu piel. 

Todavía no estoy loco,
aunque nunca estuve demasiado cuerdo.
En mi cama fría no te toco
y las noches son tristes porque sin ti yo duermo.  

Algún día nos extinguiremos,
de eso no tengo dudas,
pero incluso estando en el infierno
te besaría bajo la lluvia.

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