Tirar la toalla es para los cobardes
como para rendirme.
La vida no es sencilla
y hasta escribir
puede destruirme.
Quiero dejar de pensar,
de hacerme daño,
de tratarme tan mal
cuando me quiero demasiado.
Todo va a mejorar
me repito cada día,
cada noche,
cada madrugada.
Pero
regreso a lo mismo:
a sentirme como un bastardo.
No sé si merezco todo el malestar
que siento.
Quizá he hecho cosas indebidas
y todo me pasa factura;
en realidad no lo sé,
pero estoy seguro
de que no es nada justo.
Escribo para desahogarme,
no para dar pena
porque al fin y al cabo
la soledad me abraza
y a su placer me encadena.
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