Iceberg ahogado


Fui un iceberg entre tus miedos
en tiempos cálidos
y abarrotados de miseria.
¿Quién sabrá, más que nosotros,
lo que somos realmente?

Dime, de una vez por todas,
¿quién conoce de verdad
los miedos de otra persona
más que los de uno mismo?

He sido prófugo
de mis propios miedos
y no voy a mentir,
no puedo esconderme por siempre
de cada uno de ellos.

Nunca me gustaron las promesas
y nunca dije «nunca»:
                           eso es lo que,
                                    después de todo,
                                             nos diferencia.      

No entiendes al escritor
porque,
al final de todo,
no escribe para ti
ni por ti.

Yo era un libro abierto,
maldición,
un pequeño libro de bolsillo.
                      ¿Tan difícil fue entenderme?
Quizá me leías
como quien no quiere la cosa,
como quien prefiere ver televisión
antes que adentrarse
en leer una bonita historia.

Quiero dejar de pensar
que soy una mala persona,
pues, no busco dañar a nadie más:
sólo a mí mismo.

Que sí, que me fui,
que actué como un cobarde,
pero dime,
ahora mismo,
¿te gustaría ir a nadar y ahogarte
aún cuando confías
en que esa persona en la orilla del mar
tiene todo para salvarte?

Comentarios

Recomendados