Su desnudez

¿La has visto desnuda alguna vez?
Y no hablo de verla sin ropa;
hablo de verla descubierta cuando habla,
cuando sonríe,
cuando se pone triste,
cuando quiere contarte cómo estuvo su día,
cuando está enojada
y te dice de todo sin decir una palabra,
cuando está tumbada sobre tu cama
y te llama para que la llenes de abrazos,
cuando inconscientemente
te confiesa lo mucho que le gustas.

De ese tipo de desnudez hablo:
de ésa que muy pocas personas saben ver,
o mejor dicho,
que muy pocas quieren descubrir.

Jamás la verás más guapa
que cuando se despierta
con su cabello despeinado
y busca tu boca
para plantarte el primer beso del día.

Jamás entenderás por qué te gusta tanto
o por qué te vuelve loco;
no, jamás podrás entenderlo,
pues, muy en el fondo,
no quieres que nada te haga verla de otra forma.

Ella te desea y tú las deseas,
eso es más que evidente,
y las llamas en su alma
derriten los polos de tu ser.

Eres débil ante su belleza,
ante su ternura,
ante su bonita personalidad,
ante el gran esfuerzo que pone para ser mejor persona,
ante la habilidad que tiene para alegrar tus días.

A veces quiere enloquecerte,
otras veces quiere hacerte muy feliz,
y eso, a mi parecer,
es lo más valioso que podrás encontrar
sin tener que agotarte buscando.

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