Etreum

 
Ya no me hagas daño,
tampoco a mis familiares:
ellos no lo merecen.

Hoy te escribo porque estoy harto
de pensar mucho en ti,
de preocuparme porque en algún momento
podrías llevarme contigo,
o aún peor, podrías llevarte a alguien de mi familia.

¿Qué te he hecho para que todas las noches
me visites en mis sueños
y me atormentes
sólo para comlacer tu deseo y placer
por el miedo que generas?

Entiende que no soy tu títere: sólo me gustas.
 
Te he deseado,
pero de tanto lastimarme
ya no me asustas.
 
No te pertenezco,
así que no intentes
demostrar autoridad sobre mí:
soy mi único dueño.
 
Me has decepcionado como nadie lo ha hecho,
pues yo te quería (y quizás aún lo hago)
de una manera increíble,
pero eres cruel, no conmigo,
sino con la gente que me importa
y eso jamás lo perdono.
 
No te temo y jamás volveré a hacerlo;
no me preocupas, pero odio que juegues con mi mente
y toques a quienes tanto me importan
en esta cruel y deprimente vida.
 
Sé que tienes todas las formas para ganar,
por eso podemos negociar, llegar a un acuerdo
en el que tú te alejas de los míos y, a cambio,
cuando ya estés cansada de burlarte de mí,
me llevas contigo sin necesidad de lastimar a nadie más.

Sé que te gusta la cerveza, quizá tanto como a mí,
pues siempre que me visita
llegas casi besando el suelo
y me pides un encendedor,
pero luego de humillarme por un momento
te duermes y desapareces.
 
Te espero esta noche en mis sueños
o donde lo prefieras
y tranquila que llevaré cigarrillos,
pues será una de las mejores charlas
que he tenido con alguien de mi cabeza.
 

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