Jueves


Esta vez no voy a mentirte 
en cuanto a lo que siento
o pienso 
gracias a ti:
esta vez no tengo fuerzas.

Te he extrañado demasiado,
tanto que he comenzado 
a tener miedo
de todo lo que me rodea. 

Últimamente me duermo 
pensando en ti, 
en tu cara,
en tu risa,
en tus dientes,
en tu nariz,
en tus labios,
en tu orgullo
e incluso en tu llanto.

Siento que he empeorado mucho
esta última semana
y no es nada agradable:
comienzo a odiarlo. 

Hace algunas noches
estaba mirando 
Eternal Sunshine of the Spotless Mind
y me acordé de ti
desde el primer minuto:
recordé aquél día 
cuando la vimos juntos 
y tú te esforzabas 
para que yo la entendiese,
pero no fui capaz
de concentrarme ni un poco. 

También te recuerdo 
con canciones, 
con muchas de las que te gustaban 
y yo a veces no soportaba. 

Mi mente no puede asimilar 
que ya no estás conmigo 
y comienzo a enfermarme, 
a volver a lo de antes de conocerte,
a retomar los vicios, 
a pensar demasiado, 
a alejarme de todo,
a imaginar que me abrazas 
o me besas:
a sentirme perdido. 

Ahora, si por alguna razón 
decidiste leer este escrito,
espero que entiendas su contexto 
y lo que tengo dentro de mí. 

Le fallé a nuestra relación;
debí hacerte caso 
las veces que me pedías 
que buscase ayuda,
pues yo solamente lo ignoraba. 

Si en mis sueños estás preciosa,
no quiero ni imaginarme 
lo radiante que estarías 
si mis ojos te viesen 
en persona. 

La gente sí puede cambiar,
de eso me di cuenta 
cuando te alejabas de mí, 
pero, ¿cómo puedo juzgarte 
por intentar encontrar 
la felicidad que tanto deseabas?

Tu alma es muy libre 
y siempre estaré 
enamorado de ella,
incluso si en algún momento 
me olvido de ti. 

Me siento asquerosamente mal
y sólo deseo
poder tumbarme sobre tu pecho 
y desahogarme contigo. 

Espero que estés comiendo bien 
y que tu mente 
tenga muchas distracciones 
para que olvides para siempre 
que el dolor existe. 

Alemania, España, Uruguay y Noruega 
pueden esperar por ahora,
aunque quisiera eternamente 
conocerlos junto a mi otra mitad. 

Nunca dejes de volar,
y jamás permitas 
que ninguna otra persona 
te haga dudar de ti misma. 

Siempre te querré, Rami. 

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