Lo intenté
Esta, posiblemente,
sea la noche más fría del año
y nuevamente estoy raro,
con los nervios a fuego,
con la cabeza hecha pedazos.
No quiero ni irme a dormir
porque sé que daré mil vueltas
en la cama
y se hará de día
sin haber descansado un carajo.
Nuevamente tengo diecinueve años
y espero que amanezca
para ir a trabajar,
pero ya no te veré por la noche
como cuando nos encontrábamos
al menos por un rato.
Miénteme de frente:
dime que ya me olvidaste
y te juro
que no vuelvo a escribir
sobre ti
ni sobre nosotros.
Ni te odio
ni te quiero
ni te pienso
ni te extraño
ni te merezco
ni volveremos a vernos.
El invierno ha pasado muy lento
y a la vez tan rápido
que olvidé apreciarlo,
aún sabiendo
que sólo ocurre
una vez al año.
Sólo me hubiese gustado
haber recibido
una puta explicación,
una razón, un guiño,
un gesto, un beso,
cualquier cosa,
para poder entender
por qué tu malicia
estuvo tanto tiempo escondida
y al final salió a flote
cuando todo comenzaba a florecer.
De verdad espero
que te hayas enamorado
y que no estés engañando
a tu mente,
pues no me dan las cuentas
como para comprender
tu cruel rechazo hacia mí.
Floki y yo te hemos extrañado
de maneras indescifrables,
de formas un tanto extrañas
y mucho más
luego de que la soledad
nos abrazó junto al frío.
Sé que cometí muchos errores
y que el tiempo
pone cada cosa en su lugar,
pero pudimos
haber cambiado el destino
(siempre tuvimos
ese poder
en nuestras manos).
Me alegro muchísimo
de que tengas nuevas amigas,
y sólo espero
que sean muy fieles,
pues si en algún momento se van
yo no estaré allí
para empujar tu carrito sin ruedas.
Anoche soñé contigo
y fuimos tan felices
que al despertar
sentí que era real,
que nada malo
nos había sucedido.
Quizá nunca me olvide
de ti
ni de tus enojos
ni de tu sonrisa
ni de tus ganas de dormir hasta tarde
ni del daño que me hiciste
ni de lo mal que la he pasado
ni del trauma que me has causado
ni de tus ganas de comerte el mundo
ni mucho menos
de tu manera de querer,
pero, al menos,
ahora podemos aprender
a volar con las alas rotas.
Siempre elegí
tu vacío
para que hiciese feliz
al mío.
Espero que todo te salga bien
y que me recuerdes
como alguien
que estuvo luchando consigo mismo
mientras intentaba a toda costa
darte la felicidad
que tanto anhelabas.
Sólo quería desahogarme un poco:
me estaba haciendo
mucho daño.
Esto no tiene sentido,
al igual que tu manera de olvidarme:
encender el horno
y lentamente cocinarme.
Y para terminar
debo decir
que al menos
lo intenté.
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