Estoy en Ello



Esta semana le estuve dando vueltas
al hecho de que la soledad
ya no duele tanto, quiero decir,
ya no me resulta tan incómoda
como hace un par de años.

Supongo que he madurado un poco.

Ahora puedo dormir con más calma,
aunque un poco tiene que ver
el gustito que le cogí a estar anestesiado
e irme a la cama sin perder el tiempo
pensando tantas cosas innecesarias. 

A veces suelo pensar en ella:
es que aún no la olvido del todo
y suelo divagar entre sus quimeras
buscando encontrar la salida
de ese inevitable vicio de existir
atado a un sentimiento.

Los días son más cortos
o eso me parece,
ya que pasan muy rápido,
casi como si estuviese esperando
que todo se acomode por sí solo.

He estado acumulando ganas de largarme,
pero aún no es el momento indicado.

Está bien, nunca sé qué es lo correcto,
simplemente voy experimentando
y aprendiendo,
aunque a veces sólo lo primero.

No sé dónde dejé las ganas,
pero es como todo lo que pierdo:
deben estar en un mejor lugar.

De pequeño las madrugadas eran más divertidas.

En mi otra vida todo era más gracioso.

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